Ikkyu
Sojun (1394-1481) " LA NUBE LOCA"
Uno de los poetas mas controvertidos y menos conocidos de la literatura japonesa y que desempeñó un destacado papel en la historia del zen.
A la
edad de dieciséis años, su fervor religioso y su curiosidad intelectual le
condujeron al estudio de la meditación con el sacerdote Kennon Soui (Ken’o Sôi
- m. 1415) quien le llamó Sojun.
Ikkyu vagabundeó por templos y poblados y en sus
poemas se llama «Nube Loca» (Kyo-un) a partir de la expresión «nube-agua» (un –
sui) que se usa para designar a los bonzos del camino.
Se cuenta de él que usaba una espada de madera para mostrar la inefectividad
del «Zen de madera» (anquilosado) de los grandes monasterios, del que fue un
crítico permanente, y que consideraba hipócrita y corrupto. Oigámosle en un
poema sin título:
Cada día los monjes
desmenuzan el Darma
y sin parar entonan sus enredados sutras.
Debieran saber antes cómo leer las cartas
de amor de viento y lluvia, luna y nieve.
y sin parar entonan sus enredados sutras.
Debieran saber antes cómo leer las cartas
de amor de viento y lluvia, luna y nieve.
Sus
extravagancias y sus frecuentes enredos con las mujeres celebradas en sus
poemas, eran para él métodos de comprender e ilustrar las realidades de la vida
y del zen. Su búsqueda, su aprendizaje y su enseñanza fueron constantes.
Muchas sendas arrancan
del pié de la montaña,
pero en la cumbre
todos vemos la misma
luna brillante y sola.
del pié de la montaña,
pero en la cumbre
todos vemos la misma
luna brillante y sola.
A
partir de sus experiencias vitales y basado en conceptos del maestro chino Kido
planteó el Zen del Hilo Rojo, así nombrado en una metáfora del cordón
umbilical, signo de unión con los ancestros. En estrecha relación con el
budismo tántrico, la práctica del Zen del Hilo rojo fue la más radical
intepretación del sexo que un maestro Zen llegara a proponer.
Durante
la época hostil del año 1471, conoció a una cantante, música y compositora ciega,
la Dama Shin, también llamada Mori, pues el símbolo con que se escribe su
nombre – que significa Bosque – puede leerse de ambas maneras. Ella era cincuenta
años más joven que él; se enamoraron, y él le dedicó numerosos poemas:
Cada noche la ciega Mori
me acompaña en el canto;
bajo las mantas, susurros siempre nuevos, cual patos mandarines;
prometemos reunirnos al alba de Maitreya;
todo está en primavera, aquí en la casa de este viejo Buda.
bajo las mantas, susurros siempre nuevos, cual patos mandarines;
prometemos reunirnos al alba de Maitreya;
todo está en primavera, aquí en la casa de este viejo Buda.
El
monje que escribió en chino los que se pueden considerarse los únicos poemas eróticos
de la literatura clásica japonesa murió mientras meditaba, el 21 de noviembre
de 1481.
Ikkyu
mantuvo siempre durante su vida una actitud de búsqueda religiosa y artística.
En esa búsqueda no se impuso ni se dejó imponer límites convencionales. Se le
recuerda, no sólo como un poeta, sino además como un creador y un promotor de
la creación en campos tan diversos como el ikebana, la música de flauta, la
caligrafía, la pintura. Fue un constructor. Se le respeta como uno de los
pilares del budismo Zen. Todas esas búsquedas estaban enlazadas por un intenso
deseo de contacto, comprensión y aporte a su entorno y a los seres humanos que
le rodeaban.
Su
aguda actitud crítica no le llevó al aislamiento. Permaneció en relación con el
mundo en torno suyo. En una sociedad estratificada, cruzaba las barreras entre
las clases y se codeaba con trabajadores, cortesanos, pescadores, prostitutas,
monjes. Cuando la Corte Imperial requirió sus servicios él acudió y logró
cumplir lo que le pedían sin perder su libertad.
Dio un altísimo valor a la
experiencia sensorial, y en esto llevó el budismo Zen al mayor extremo. Pero no
se quedó apenas en la experiencia, sino que la expresó con fuerza a través de
su poesía y de su arte.
Nunca
aparece en sus poemas una referencia a las guerras que entonces asolaban su
país. En medio de un mundo sangriento y estremecido por la violencia, Ikkyu fue
un hombre de paz.
Una mujer, el río
profundo del amor, nube y lluvia.
Muchacha y monje cantan arriba bajo el quiosco.
Hallo la inspiración en besos y en abrazos;
no creo que esté dando mi cuerpo a los infiernos.
Charla nocturna en una cámara de ensueños
Muchacha y monje cantan arriba bajo el quiosco.
Hallo la inspiración en besos y en abrazos;
no creo que esté dando mi cuerpo a los infiernos.
Charla nocturna en una cámara de ensueños
Sea en mares o ríos o
montañas, el monje
abandona en el mundo fama y oro. Cual patos
anidan cada noche los cuerpos en el lecho
y se hacen uno en íntimos susurros.
abandona en el mundo fama y oro. Cual patos
anidan cada noche los cuerpos en el lecho
y se hacen uno en íntimos susurros.
Texto extraido del documento redactado por Rodrigo Escobar.